ALMA.MANIFIESTO DE LIBERTAD Y DEMOCRACIA

ALMA. Manifiesto de libertad y democracia

Por: Alberto Olivares Nuñez – Defensor del Pueblo

Guantánamo- Cuba / 10 del Octubre del 2005

Los acuerdos políticos y económicos concertados entre los mandatarios Hugo Chávez Frías y Fidel Castro Ruz, por los gobiernos de Venezuela y Cuba, efectuados en la primera semana del mes de mayo del 2005 en la Ciudad de La Habana, constituyen sólo la parte visible de las componendas que durante mucho tiempo ambos caudillos traman, con el objetivo de formalizar una alianza por medio de la cual habrán de garantizar, según sus planes, el mantenimiento del poder y la influencia política en la región, que por distintos métodos y circunstancias ellos detentan y se esfuerzan en perpetuar para la mejor conveniencia a los intereses castrenses e injerencistas que promueven y financian bajo el proyecto chavista del ALBA (Alternativa Bolivariana para las América).

Enmarcados en anecdóticos discursos, como es habitual, Castro y Chávez deambularon en similitud a un torneo tribunicio por los más intrascendentales y ociosos temas, haciendo énfasis en aquellos fabulados relatos, que glorifican el culto personal de los coligados comandantes, sobre todo, en receptores dóciles al mandamiento y miméticos en la conducta. Con fervorosa imaginación, mentor y discípulo cada vez que resulta posible, multiplican sus victorias televisivas contra el utilitario enemigo norteño, quien les garantiza y soporta, hasta el momento, la palabra verbosa que inflama y anima a la fanática muchedumbre.

El acto, dejo sellado oficialmente el compromiso de manutención que Chávez aseguró a Castro, cuando lo visitó para ratificarle su total apoyo, luego que el longevo mandatario sufriera un estrepitosa caída que le ocasionó la fractura y sustitución por una prótesis de la rótula de la pierna izquierda y el congelamiento de por vida del hombro del brazo derecho. El accidente ocurrió en la ciudad de Santa Clara, durante unos de los tantos festines políticos que funcionan en Cuba, como parte de las múltiples componendas ideológicas que utiliza el régimen para exaltar, manipular y controlar la conducta ciudadana a las sórdidas maquinaciones que programa el aparato político-militar creado por Castro, con el expreso objetivo de elaborar e instrumentar las campañas propagandísticas que robotizan la sociedad cubana; una vez diseñadas las cruzadas ideológicas, son asignadas a las distintas estructuras de la policía, del pensamiento, para hacerlas de estricto cumplimiento por conducto de las controladas dependencias gubernamentales, hasta el nivel de cada ciudadano.

La ocasión resultó propicia, para consumar un sospechoso encuentro con el líder cocalero Evo Morales*, presuntamente en La Habana para someterse a tratamiento médico, aunque todo evidenció, que el indigenista boliviano, sustentado por Chávez y aleccionado por Castro

según numerosas fuentes , fue convocado para demandarle un papel más activo, en la crisis que tiene paralizada indefinidamente a la nación andina y la hunde cada vez más en su agravada miseria; y definir la estrategia a su carrera a la presidencia boliviana, tal como ocurrió definitivamente. El inflamado escenario político-social recurrente en esa región, la relativa facilidad con que se activan las masas bolivianas a la desobediencia y al caos, sumado a la real pobreza ciudadana, ofrecen a Castro y Chávez una excelente oportunidad, para ubicar al sedicente cocalero al frente de la amotinada multitud, a la que intentan conquistar con las mismas engañifas populistas que han hecho de Cuba y en proceso Venezuela, del dominio de dos autarcas, que sobradamente conocen que sólo el dogma que se esconde detrás del socialismo bolchevique y dominante del que se arropan, es lo único que puede servir de pretexto ideológico para justificar el apoderamiento del poder, la nación y de sus cautivos ciudadanos.

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La Alternativa Bolivariana para las América (ALBA) es un hipotético pero astuto plan de colaboración económica, propuesto por Chávez, con el objetivo de contrarrestar al Área de Libre Comercio para las América (ALCA o CAFTA) que proponen los EE.UU. como una ampliación al Tratado de Libre Comercio (TLC) que funciona entre los propios Estados Unidos de Norteamérica, México y Canadá. A pesar del enfoque solidario que Chávez y Castro se afanan en prodigarle al ALBA, la propuesta no ha encontrado la aceptación política qBue esperaban sus afanados promotores, pues la mayoría de los gobiernos temen con sobrada razón, atarse a un plan regido obviamente por Chávez quien aportaría capital y petróleo y patrocinado políticamente por Castro, el que calzaría su influencia con los servicios médicos que manipula a su pleno antojo.

El ALBA, contrario a la pregonada tesis solidaria que pretenden hacer creer sus interesados promoventes es en realidad una oscura alianza castrense, que tiene como propósito básico, el dominio por parte de Castro y Chávez del escenario político latinoamericano, donde penetran con apreciados recursos materiales, financieros y humanos. Particular ofensiva ejercen sobre las naciones más pobres y vulnerables, que sin otra probable alternativa, se ven obligadas a permitir ésta comprometedora ayuda, a sabiendas que en el acto, están quedando atrapadas en perpetua deuda de agradecimiento con sus filibusteros proveedores; tal condición, determina que los referenciados prestamistas puedan actuar y exigir la obligada subordinación de los socorridos países, en cuantas oportunidades y condiciones así les resulte demandado.

En tales circunstancias, el petróleo y el financiamiento facilitado por Chávez, además de los servicios médicos que casi impone Castro, actúan como los narigoneadores de voluntades, de esas invadidas sociedades. Una vez que el ALBA, como Caballo de Troya, esté dentro y convenientemente instalada, comenzaría un proceso de afianzamiento y expansión metastático a otras áreas sociales, difícil luego de extirpar; éste adentramiento social, constituye el modo más expedito para extenderse a otros países vecinos, que actuando por contagio popular, presionarían a sus elegidos gobiernos para que apoyen y acepten el proyecto chavista que promete liberarlos de males y pobrezas, cuando de hecho emplea las mismas tramposas promesas que utilizó Castro para erigirse en propietario de la nación cubana.

En la madrugada del primero de enero de 1959, el dictador Fulgencio Batista y sus principales allegados abandonaron Cuba, propiciando las condiciones para instaurar en su real contexto, el Estado de Derecho, que había sido proclamado en la Constitución de 1940 y que Batista profanó. Tal parecía, que el afán civilista concertado entre los distintos partidos y elementos de la sociedad cubana, que hicieron posible este triunfo, pronto se haría realidad; sin embargo, el honorable compromiso quedó prontamente traicionado por Castro, que se atribuyó y manipuló el entusiasmo popular, para coronarse en el nuevo tirano, en reemplazo del fugitivo sargento.

Tal perturbada atribución determinó la traición de la revolución y la entronización de una nueva casta de usurpadores, que hizo de Cuba una granja cautiva, improductiva y mantenida bajo el espanto impuesto por su inclemente propietario. Para conseguir adueñarse del país, Castro hace creer y aún persiste en la absurda idea de atribuir sólo a la guerrilla, de unos setecientos hombres mal armados que el capitaneó, la victoria popular que había hecho caer al gobierno de Batista.

Las dos únicas acciones realmente dirigidas por Castro, terminaron en sendos fracasos, aunque la dictadura las celebre con los cantos del vencedor; en consecuencia a como los controlados medios castristas mienten, tergiversan y manipulan los hechos, es presumible que de haber contado Napoleón con semejante maquinaria de ficción, hoy su derrota en Waterloo se podría conmemorar como una irrefutable victoria militar. El asalto al Cuartel

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Moncada, segunda fortaleza militar del país, copia de plan concebido años antes por Antonio Guiteras, terminó en un rotundo aniquilamiento del foco insurgente; Castro logró sobrevivir al ajustamiento ordenado en su contra, gracias a un masón, que invocó el código masónico al teniente del ejército que los sorprendió mientras dormían El otro fracaso que festejan es el arribo del Yate Granma (abuelita) a Cuba, que culminó en la total estampida de los expedicionarios.

El desconocimiento de los pactos y compromisos, la desacreditación y la eliminación por cualquier método de contrarios reales y potenciales asumida por Castro una vez en el poder, se inscribe como una de las páginas más oscuras y turbulenta de toda la historia de la nación. La brutal represión desatada contra todo lo que hizo suponer un enemigo, que llega hasta nuestros días, aunque suficientemente documentada, precisa urgentemente de un profundo y minucioso examen, que revele en toda su dimensión, el criminal daño causado a la nación, a sus valores patrimoniales y en especial a la familia cubana que sobrevive en el espanto que generan la desesperanza, el miedo, la desconfianza, el escapismo y la ruptura de principios éticos y morales que siempre fueron fundamento y sostén de la dignidad nacional.

El Martí que resultó escudo protector de Castro para justificar y alivianar la sanción por el fallido asalto al Cuartel Moncada, pronto fue relegado a polvorientos y olvidados anaqueles. El apresurado y utilitario maridaje contraído con la desaparecida Unión Soviética borró del panorama nacional el ideario martiano, que resumía de manera puntual la vocación libertaria del pueblo cubano. La Patria, quedó reducida al estrecho margen de un purpurado partido, que además de la importada ideología que impuso como credo oficial, se levantó sobre el desmembramiento y la sangre de vencidos y usurpados asociados.

Desde los primeros momentos en que Castro decide apropiarse del poder, en prebenda para él y sus allegados ponderadores, comienza un proceso de desintegración del entramado político nacional, por medio de maquinaciones y ajustes de cuentas, a lo que no escapó el Partido Comunista, que después sería tomado para agrupar, convocar y someter en su apropiado título. Cuando Castro se apropia del poder, no contaba con ningún partido que le permitiera dar continuidad a la tendencia autócrata que lo caracteriza y exalta; convocando a la unión y desde dentro minando todas las alianzas, logró finalmente exterminar a todos los movimientos políticos y civiles; las constantes purgas determinaron el aniquilamiento de los militantes y oposicionistas que habían logrado escapar del fusilamiento, la cárcel o el obligado exilio.

Sin fuerza opositora y autoproclamado Comandante en Jefe, Presidente, Primer Ministro, Primer Secretario del Partido y cuantos primeros nombramientos hicieran posible consolidar el autoritarismo y el poder, Castro se encuentra en condiciones de pactar el arrendamiento de Cuba a los soviéticos, quienes en pleno apogeo de la guerra fría la utilizaron como base de avanzada en labores de inteligencia y logística para la flota soviética que había encontrado una excepcional justificación para merodear en toda la región. Sin embargo, a pesar de los calculados cien mil millones de rublos convertibles que Castro recibió en el tiempo del intervensionismo soviético, en Cuba nunca se cumplió ningún plan de la economía, como siguió siendo precaria la situación con las viviendas, el transporte, los alimentos, la ropa, y los enseres domésticos; incluso la electricidad y el combustible tampoco nunca llegaron a satisfacer las necesidades ciudadanas, en total contradicción, con los incalculados suministros de ese regalado combustible, que Castro llegó a vender como los propios productores. Cualquier semejanza con el presente, no es pura coincidencia.

La sabía previsión que hiciera Martí del espanto del caudillismo y el cercenamiento de las libertades públicas, por parte de quienes pudieran utilizar posiciones de méritos para hacer de Cuba una mayordomía privada, tal como hizo Castro, quedó claramente expuesta en

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misiva que le hiciera al respetable general Máximo Gómez, el 20 de octubre de 1884. En una de las partes de ese histórico documento el Apóstol expresa: “…y es mi determinación de no contribuir en un ápice, por amor ciego a una idea en que me está yendo la vida, a traer a mi tierra un régimen de despotismo personal, que sería más vergonzoso y funesto que el despotismo político que ahora soporta, y más grave y difícil de desarraigar, por que vendría excusado por algunas virtudes, embellecido por la idea encarnada en él, y legitimado por el triunfo”.

Y más adelante refiere Martí: “… ¿Qué somos, General?: ¿los servidores heroicos y modestos de una idea que nos calienta el corazón, los amigos leales de un pueblo en desventura, o los caudillos valientes y afortunados que con el látigo en la mano y la espuela en el tacón se disponen a llevar la guerra a un pueblo, para enseñorearse después de él?”. Y más adelante sentencia: “¡No: no por Dios!: ─¿pretender sofocar el pensamiento, aun antes de verse, como se verán Uds. mañana, al frente de un pueblo entusiasmado y agradecido, con todos los arreos de la victoria? La patria no es de nadie: y si es de alguien, será, y esto sólo en espíritu, de quien la sirva con mayor desprendimiento e inteligencia.”.

El 26 de noviembre del año 1891, Martí pronuncia en le Liceo Cubano de Tampa, un visionario discurso que habrá de reafirmar la previsión que sobre la futura república, ya había formulado, años antes al general Máximo Gómez. La preocupación que más embargó al Apóstol, sobre el orden constitucional y el desempeño de los partidos y personas una vez obtenida la independencia, está centrado, en el temor real del fracaso de la revolución, por la siempre posible instauración de un gobierno que hiciera de Cuba una propiedad personal de coligados usurpadores, como ocurrió en todo el proceso republicano, hasta nuestros días. “Con todos y para el bien de todos”, define de manera meridiana, la aborreción martina por cualquier tipo de dictadura que coactara las libertades ciudadanas, que fueron las razones esenciales de las dos guerras independentistas.

Arrancando el memorable discurso, Martí expresa: “De altar se ha de tomar ha Cuba, para ofrecerle nuestra vida, y no de pedestal, para levantarnos sobre ella”; y con ello traza inequívocamente el legado libertario que desea para la patria a la que ofrendó obra y vida. En ésta propia alocución Martí refiere: “…cerrémosle el paso a la república que no venga preparada por medios dignos del decoro del hombre, para el bien y la prosperidad de todos los cubanos”; tal como fustiga fuertemente a los que en provecho de méritos traicionen el sueño libertario, también recrimina a quienes resultan quebradizos, aduladores y oportunistas; de manera enérgica a los que usan el nombre de la patria para innobles fines y se sirven de ella como los gusanos, sobre la victimada presa. En consecuencia puntualiza: “¡Clávese la lengua del adulador popular, y cuélguese al viento como banderola de ignominia, donde sea castigo de los que adelantan sus ambiciones azuzando en vano la pena de los que padecen, u ocultándoles verdades esenciales de su problema, o levantándoles la ira: y al lado de la lengua de los aduladores, clávese la de los que se niegan a la justicia!”.

Lo anterior constituye la visión adelantada que tuvo Martí, de cuanto sucede exactamente en la Cuba de Castro. Un partido exclusivo y elitista dueño de la nación, que cumple sin discusión alguna, los mandamientos del jefe supremo; una fuerza político-militar, capaz de las peores represiones ciudadanas: un conglomerado de siempre dispuestos funcionarios y amanuenses, que en provecho de las posibles utilidades de sus reciclados puestos, muestran un total desprecio por el decoro y la justicia; una policía del pensamiento destinada a modelar y controlar la conducta ciudadana: unas bandas de viles porristas, manejadas para ejecutar las más aberradas acciones humanas; una prensa domesticada y servil, obligada a apologetizar el fracaso y hacer de la pobreza un virtud; un cuerpo jurídico, que en sus negras vestimentas, cargan las culpas de la tiranía.

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Los que a distancia idealizan y ponderan a la dictadura Castrista, acuden presurosos y eufóricos a protocolos y tribunas, o sirven de voceros a un sistema personal y autoritario de gobierno del cual se liberaron o no quieren para si. A los que a distancia alaban los servicios médicos y educacionales, que a los cubanos les cuesta la libertad. A los que a distancia defienden la estatización de la sociedad, la prensa cautiva, el sistema judicial controlado, la miseria repartida; a los que a distancia favorecen que los cubanos estén privados de ejercer el trabajo de manera libre, porque son parte de una permanente colonización y explotación. Los que a distancia no sienten vergüenza de tantos cubanos cautivos en cuerpos y en alma, o por la supresión en Cuba del derecho natural de ser libre; esos, esos son tan culpables del crimen que se comete, como los perpetradores directos de semejantes violaciones a las libertades y derechos esenciales de los hombres. Y esta forma de gobierno es la que se está procurando establecer por conducto del ALBA.

La conflictiva situación latinoamericana, que transita entre la anarquía social y la falta de credibilidad política, manifiesta esencialmente en Ecuador, Perú, Bolivia, y que alcanza a Brasil; sumado al arribo en Chile, Brasil, Argentina y Uruguay de gobiernos que por intentar marcar en público, la diferencia con los EE.UU. caen en el juego de la izquierda, hacen suponer tanto a Castro como a Chávez, que existe una excepcional condición geo-política y social, para hacer resurgir en el área, el espíritu anti-norteamericano que alentado convenientemente puede facilitarles la penetración a todo el continente sur, y desde esta perspectiva, convertirse en una real fuerza de movilización y oposición a la política y a los intereses de los EE.UU. y la Unión Europea, y en particular para cercenar la democracia y la libertad que de ella dimana.

Ante semejante escenario, La Habana funciona ya como un Estado Mayor, con capacidad permanente para movilizar y ejecutar planes de subversiones populares, como antes hizo con las guerrillas que diseminó por todo el tercer mundo; sobre todo ahora, que cuenta con el ilimitado financiamiento proveniente del petróleo venezolano, y la candidata previsión que hace Chávez, de una posible sucesión geopolítica de Castro cuando éste desaparezca, si otra cosa no ocurre antes.

Con incalculados recursos financieros aportados por Chávez y una maquiavélica experiencia en provocar la anarquía, el caos y la desobediencia civil, Castro revive los mejores momentos de su actuar intervencionista, cuando penetró impunemente en la casi totalidad de los países latinoamericanos con agitadores políticos, anarco-sindicalistas, agentes diversionistas, intelectuales y provocadores de toda estirpe que fueron preparados en centros cubanos, especialmente concebidos y dispuestos para tales fines.

El uso y abuso de un discurso patriotero e injurioso enfocado al norte sancionador, acompañado de obligadas marchas gebelianas sirven al confabulado dueto, como los inveterados recursos manipuladores, para desatar los instintos más primitivos de los influenciados ciudadanos y en especial de los jóvenes, a quienes por esas tácticas, se logra alejar de los reales problemas y privaciones que probadamente generan las dictaduras; traumas generados por las dictaduras, que menoscaban la dignidad de las personas reducidas a la disciplinada incondicionalidad, la servidumbre estatal y la pérdida de identidad; como para la sociedad en su conjunto, que mimetiza y doblega al terror hecho poder. Sobre éste impropio proceder de educar a las sociedades Martí acusó: “Asesino alevoso, ingrato a Dios y enemigo de los hombre, es aquel que so pretexto de dirigir a las generaciones jóvenes, les enseña un cúmulo aislado y absoluto de doctrinas, y les predica al oído, antes que la dulce plática de amor, el evangelio bárbaro del odio”.

Como parte de la estrategia que Castro y Chávez promueven para influir en los movimientos sociales, y por su conducto en la presión cubana contra los gobiernos e instituciones ajenas o contrarias a sus propósitos, fueron concentrados en La Habana,

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durante la primera quincena del mes de junio, ─un mes después de firmados los acuerdos entre Chávez y Castro─ fuerzas de distintas corrientes políticas, oportunamente adeptas, con la intención de unificar en provecho común, de los caudillos, las acciones que expediten el resurgimiento, bajo las banderas del socialismo, de gobiernos populista, voluntaristas y autoritarios, que ya demostraron para desgracia de sus padecientes sometidos ser decadentes en la producción y despóticos e inclementes en el respeto a las libertades y derechos de las personas subyugadas a tan cruel sistema.

Bajo el lema de lucha contra el terrorismo, cientos de simpatizantes, colaboradores y potenciales agentes de inteligencia y vividores de toda laya fueron convocados y estimulados a servir de foco de agitación y propaganda en los lugares y circunstancias que a criterio de Castro resulte más conveniente actuar.

Mientras Cuba agoniza en la precariedad económica, el desajuste social, la represión policial, el accionar de los porristas, los juicios sumarios y el hacinamiento carcelario, las autoridades de la eufemística “Isla de la Libertad” se empecinan en tergiversar el contexto nacional con permanentes eventos, conferencia, protocolos y cuantas artimañas permitan ofrecer una imagen de edulcorada unidad y complacencia social al régimen opresor. La Habana, en el estrecho margen del Palacio de las Convenciones, el Teatro Carlos Marx y las dolarizadas instalaciones hoteleras y turísticas, prohibidas al pueblo cubano, se convierte -cada vez más ajena a las carencias ciudadanas- en la paradisíaca plaza donde elementos de todas partes del planeta deciden ganar una tropicalizadas vacaciones, a cambio de sacrificar algunas horas de sueño, en estoica reverencia complaciente al mandamás que las convoca y paga.

La demanda de captura y procesamiento judicial contra Posada Carriles, que se ha convertido en el señuelo principal de la cruzada cubana contra el terrorismo, constituyó el tema central de la reunión. Posada es acusado por Castro y por Chávez, de múltiples causas criminales, entre ellas, el sabotaje al avión de Cubana de Aviación, que en 1976 explotó en pleno vuelo, con setenta y tres personas a bordo. Animados los dos mandatarios en ganar como botín de guerra al belicoso coyote, lo han convertido en el colimador de sus arengas, con tal de atraer la participación de un buen número de militantes a la declarada cacería.

Como forma de internacionalizar el evento y con ello la mayor presencia de invitados y designados ponentes, fueron incluidos como temas de exposición: las consecuencias para las naciones y los ciudadanos latinoamericanos el Plan Cóndor y las dictaduras militares, que durante la década de los setenta y más se instauraron de manera más notoria en Chile, Argentina, Uruguay, El Salvador y Guatemala, como tristes ejemplos de imposición del terror y la muerte como formas de gobierno. Para castigar éstos realmente repudiables sucesos, la cita de La Habana demandó la constitución de un tribunal que pueda conocer y juzgar de manera ejemplar, los probados actos criminales cometidos por las dictaduras y los cuerpos represivos que la sustentaban. La petición de un tribunal sancionador si es que se logra constituir, debe juzgar y castigar a todas las personas naturales y jurídicas que de alguna forma participaron, estuvieron vinculadas o fueron útiles en sus funciones, en la entronización de regímenes de fuerza que cercenaron las libertades civiles y el derecho ciudadano en todo su contexto.

Inequívocamente el juzgamiento y sanción de todas las personas que cometen delitos criminales, constituye la mejor garantía para asegurar que las sociedades y sus componentes puedan vivir en un orden de justa convivencia. Lo que resulta fuera de contexto es que sea el régimen de La Habana, quien patrocine la propuesta de constituir un tribunal que juzgue y castigue a los criminales y violadores de los derechos humanos y las libertades

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ciudadanas, cuando es precisamente la dictadura castrista, la expresión más contextualizada de ésta terrible forma de impuesto gobierno.

Cuando en el evento convocado por las autoridades cubanas para denunciar el terrorismo de los otros, se escuchó repetidamente el dramático testimonio que descubría los horrores cometidos por las dictaduras latinoamericanas, tal pereciera, que estas aterradoras revelaciones estaban describiendo los hechos y acontecimientos que hacen culpable de genocidio a la dictadura Castrista. Todo el peso del castigo que se reclama resulte aplicado en Chile, Argentina, Uruguay o El Salvador contra dictadores, represores, torturadores, y porristas por aplicar esas inhumanas prácticas de avasallamiento social, recae con igual culpabilidad y sanción para quienes también en Cuba, aplicaron y practican tan bárbaros métodos de sometimiento y domesticación ciudadana.

De igual manera, que el evento de La Habana pide sanción para los que en Latinoamérica ordenaron y ejecutaron fusilamientos, torturas, hostigamientos y crearon un Estado de Terror como forma de poder; también el mundo debe exigir inexcusable castigo para los que en Cuba, durante cuarenta y seis terribles años de impuesto dominio dictatorial, tienen atribuida igual responsabilidad criminal.

De igual manera, que el evento contra el terrorismo celebrado en La Habana pide sanción para las personas e instituciones que fueron participes o cómplices de las crueldades cometidas por las dictaduras y gobiernos de fuerza, que rigieron en Latinoamérica; se impone igual castigo, para quienes en Cuba fueron y continúan siendo instrumentos represores, y junto con ellos, a las dependencias jurídicas y penitenciarias que sirven de torque y cepo a la libertad y al derecho.

De igual manera, que el evento de La Habana solicita resulten sancionados los que planearon y participaron en el Plan Cóndor; también el mundo debe exigir igual e inevitable castigo para los que en Cuba, crearon campos de concentración y comunidades cautivas, como copia fiel a la estrategia de guerra total aplicada por Valeriano Weyler. La historia testimonial del actuar represivo de la dictadura Castrista, acumula una documentada y verificable narrativa de fusilados, torturados y ultrajados, que no es ajena a nuestros días. Triste recordación de los primeros años de entronización de la dictadura certifican los hechos acaecidos en el Presidio Político, el Plan camilo Cienfuegos, el desalojo forzado de comunidades campesinas de sus tierras y lugares de asentamiento, la ciudad cautiva de Sandino, las Unidades de Apoyo a la Producción (UMAP), donde se torturó y avasalló la dignidad humana de miles de personas, que en la mayoría de los casos, no conocieron el porqué se le sometía a tan denigrante castigo corporal y mental. Poca diferencia existen de aquellas aterradores planes y procedimientos en la decenas de centros penitenciarios que diseminados por todo el país, son antros, donde la condición humana es una permanente asignatura suspensa del régimen Castrista.

De igual manera, que el evento contra el terrorismo convocado por las autoridades de La Habana pide sanción para Posada y los que junto a él Castro acusa de terrorista; también el mundo debe conocer y en consecuencia condenar, que el terrorismo como bárbaro recurso de lucha, resultó adoptado por Castro desde los primeros momentos en que comenzó su andar político. En toda la historia de la nacional de Cuba, el terrorismo alcanzó su máxima dimensión por conducto de las células de acción y sabotaje creadas por Castro, con el objetivo de colapsar por el terror civil, el orden impuesto por la enfrentada dictadura de Fulgencio Batista. Uno de los más connotados perpetradores de actos terroristas de aquellos años de insurgencia armada, El Curita, es recordado en Cuba como un mártir heroico, por la macabra peripecia de haber hecho detonar cien bombas en una noche, sólo en ciudad de La Habana.

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En absoluta concordancia con las demandas que hacen las autoridades Castristas, que piden resulten enjuiciados y condenados los perpetradores e ideólogos del atentado al avión cubano en Barbados y contra el turista italiano muerto en La Habana por una explosión mercenaria; también merecen igual castigo en Cuba, quienes ordenaron y ejecutaron el hundimiento del remolcador 13 de Marzo, en la negras aguas de la bahía de La Habana, como los que ordenaron y ejecutaron el derribo de dos avionetas civiles de Hnos. al Rescate, en aguas internacionales, el 24 de Febrero de 1996.

Como toda sociedad legalmente constituida, la nueva república se habrá de edificar con el concurso de todos los componentes sociales, en procuración de la justa convivencia y el progreso en todas las manifestaciones y sectores que constituyen y enriquecen a los pueblos en todo su contexto. Sin embargo, se equivocan categóricamente quienes puedan zorrunamente presumir, que la reconciliación implica en traición a la justicia, el olvido o perdón de hechos y actuaciones criminales y lesivas cometidos contra la dignidad y la integridad de las personas sometidas.

Se equivocan, quienes a la hora de los recuentos puedan imaginar alegar actuaron bajo la protección de la obediencia debida. La obediencia debida, jamás podrá ser invocada en Cuba como coartada; cuando conocidamente los perpetradores de las represiones, excesos de coacciones y miedos sobre la población y en especial sobre los defensores de los derechos humanos, conocen que en sus bárbaras actuaciones exceden las funciones que tienen asignadas por ley. Todo represor, cualquiera resulte su posición o condición en las represiones sabe conscientemente que toda manifestación restrictiva y violenta contra otras personas que defienden de manera pacifica sus derechos, resulta contraria al derecho natural que es inherente a cada individuo; y de hecho y derecho, constituye una acción criminal reprobada por instrumentos jurídicos a tales efectos; incluso aunque no esté debidamente explicitada en ley, basta que exceda el sentido común de convivencia entre las personas, para dejarla sin cumplimiento.

El perdón y la reconciliación no podrán impedir jamás, que la justicia obre atinadamente, contra quienes desde el poder han edificado o fueron cómplices de la obra de un régimen basado en el sometimiento y el dolor ajeno. El perdón y la reconciliación no podrán ser razones suficientes, para impedir que la justicia actúe contra los represores, y porristas. El perdón y la reconciliación no podrán ser justificaciones suficientes para impedir el proceso acusatorio contra los amanuenses de leyes y abusivos carcelarios que han legalizado el acto criminal y hecho un calvario de la injusta sanción del condenado; tampoco podrá invocar inocencia ante la historia, el periodista que calló o ponderó el crimen, o cohabitó en prebenda a la sombra del terror.

Ante las evidencias que sobradamente existen y aporten, ningún crimen habrá de quedar sin castigo, ningún torturador sin condena, como tampoco ninguna afrenta sin vindicación. Igual condena merecen aquellos Castristas y ponderadores que fueron instrumentos de herida y sostén, y en previsión a la inevitable extinción de la dictadura y al momento de las rendiciones de cuentas, huyen espantados a los sitios y personas, antes fuente de méritos partidarios; esos siempre mezquinos oportunistas, que sin honor ni principios o mediar contrición alguna, saltan como vulgares ranas canoras, de un palo a otro en busca de la salvedad y el buen vivir. Esos insectos del buen coexistir, más temprano que tarde también habrán de recibir su castigo, si sus culpas a ellos también los condenan. No es venganza es justicia.

Ante las abrumadoras evidencias que demuestran las perversidades de los regímenes dictatoriales y gobiernos de fuerza, resulta definitivamente insensato para cualquier nación asumir o replicar éstas formas de control de la sociedad, que están descritas y confirmadas, a través de las historia de la humanidad, como formas primitivas de poder. Cualquier

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semejanza con lo sucede en Venezuela, definitivamente no es pura coincidencia. La cubanización de la sociedad venezolana es un evento que ensombrece la democracia y ratifica la pretensión de Chávez, de establecer en Venezuela, si el tiempo y las circunstancias se lo permiten, un gobierno calcado al que impuso Castro en Cuba, y que le permitiría la posibilidad de convertirse en otro nuevo dictador, manipulando al igual que su beneficiado patrocinador, las asistencias sociales donde parapeta los exaltados y premeditados arranques nacionalistas que tanto fascinan al ponente, como a sus asociados seguidores.

La educación y la salud que propugna Chávez en imposición de Castro, actúan como las carnadas de votos y adherencia, para ocultar el fierro de la dictadura, que se oculta detrás de éstos aparentes beneficios, tal como mismo ocurrió en Cuba. Desde que se nace bajo el dominio de un régimen como el impuesto en Cuba, o el que poco a poco engulle a Venezuela, se nace en deuda con el sistema que lo educa a su modo y propósito, para después en cobro, por el cuidado y la domesticación favorecida, manejarlo como un animal de granja, para el exclusivo bien de aquel que presume su propiedad. Seguro que si un cerdo llegara a conocer para qué o por qué se le cuida y ceba, elegiría con sobradas razones la inclemente, pero libertaria vida del puerco cimarrón.

La ofensiva latinoamericana que con extrema planificación realizan Castro y Chávez por conducto del ALBA, y utilizando tanto el petróleo como los médicos que Castro gradúa como morcillas en factoría, convierten a la región en una frágil zona de influencia y real subordinación a quienes aportan éstos demandados recursos, que en carencia de ellos, reciben los suministrados sin importarles el costo o las consecuencias. Los peligros que el desequilibrio económico, político o social que puede generar en las relaciones entre las naciones, sobre todo cuando no consta la obediencia a leyes y el apego a las tradiciones democráticas quedó claramente enunciado por Martí en un artículo que ve la luz en la Revista Ilustrada de Mayo de 1891, bajo el título: La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América”, en cuyo texto advierte: “Prever es la cualidad esencial, en la constitución y gobierno de los pueblos. Gobernar no es más que prever. Antes de unirse a un pueblo, se ha de ver que daños, o beneficios, pueden venir naturalmente de los elementos que lo componen”.

Más adelante dice: “El influjo excesivo de un país en el comercio de otro, se convierte en influjo político, La política es obra de los hombres, que rinden su sentimiento al interés, o sacrifican al interés una parte de sus sentimientos. Cuando un pueblo da de comer a otro, se hace servir de él. Cuando un pueblo fuerte quiere dar batalla a otro, compele a la alianza y al servicio a los que necesitan de él. Lo primero que hace un pueble para llegar a dominar a otro, es separarlo de los demás pueblos. El pueblo que quiera ser libre, sea libre en negocio”. En el caso de Cuba, ésta ya vivida condición de mantenido y servil, quedó agravada, porque los enormes subsidios soviéticos fueron dilapidados en exportar el culto del Supremo Jefe, afanado en replicar por la sedición o por las armas el engendro cubano; además por el ocultamiento de las denunciadas cuentas bancarias que se acreditan a Castro y en espera de ser conocidas en número y valor capital.

Mientras Castro contó con las importantes contribuciones soviéticas, pudo vender como productor el petróleo que éstos le suministraban y utilizó las ventajas de miembro favorecido del CAME, para acumular un notable patrimonio ─todavía por explicar, si se tiene en cuenta la relación entre los montos recibidos en todo el período de coloniaje comunista y el depauperado estado económico y social que agrava a la nación cubana─ que aprovechó como se sirve de los proporcionados por los petro-dólares o los petro-Chávez, para subvertir a su antojo el orden y la constitucionalidad de los demás países y revivir los momentos, en que a la sombra soviética se erigía en el Napoleón del Caribe, presto a vituperar, anarquizar o invadir a quien osara la más mínima irreverencia en su contra. En correspondencia con

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ésta postura imperial, ninguna nación latinoamericana quedó exenta de la intervención o desestabilización castrista.

El 20 de enero de 1981 con el arribo de la administración Reagan, comenzó el principio del fin de las aventuras militares, sediciosas, así como de la intrusión política que Castro había hecho práctica cotidiana, en los países del tercer mundo. Divergencias con la cúpula del Movimiento de los No Alineados y después el golpe mortal que significó la desaparición de la ex Unión Soviética, acabaron por reducir al otrora Cesar, al minúsculo espacio de la derruida Habana.

La irrupción de Chávez en el escenario político venezolano y la estudiada probabilidad de auparlo al poder, se convirtió en prioridad uno de Castro, después que la inteligencia cubana evaluó y notificó al alto mando, de las características e intenciones políticas que animaban al golpista. La formación cuartelaria, la no fingida falta de erudición y el estilo populista que tanto subyuga a la multitud latina constituyeron los atributos más destacables y servibles, para que expertos cubanos diseñaran el estilo y las formas que caracterizarían la conducción y proyección del importante adiestrado.

El impresionante recibimiento que Castro propicia a Chávez en su primer viaje a La Habana, enseñó desde ese primer instante, la importancia y la selectividad que el régimen propiciaba al lenguaz paracaidista, que no salía de su asombrado impacto. La magnificencia del recibimiento, concluyó en las laberínticas oficinas del Palacio de la Revolución, con un compromiso castrense de mutuas ventajas en perspectivas. La instrucción y pulido del tosco soldado, que aflora aún como de la leche la nata, es asignada a un selecto grupo de asesores que suben las escalerillas traseras del avión que regresa a Chávez al perínclito combate por el poder; mientras Castro queda mascullando invocaciones, que le permitan como regalo de senectud, revivir las pasiones y los sueños de pretéritas batallas.

El triunfo y coronación de Chávez como presidente de la República de Venezuela representó para Castro, el sueño milagroso que habría de prolongar el Castrismo, que moría y muere de muerte natural. La perdurabilidad del Castrismo, una vez que desaparezca Castro es una ficción propagandística que funciona sólo para halago y complacencia del caudillo y provecho de sus sagaces y oportunistas cortesanos; y esto, aunque incondicionales adeptos, incautos ponderadores, asalariados del vaticinio o la prensa casi toda amarilla, pretendan seguir viviendo de ese viejo cuento colora´o. En Cuba no habrá legado Castrista, no porque así se lo hayan propuesto la CIA o el Pentágono; en Cuba no habrá Castrismo por la propia responsabilidad de Castro, que es como ciertos árboles, que por arrogancia y por castigo nada les crece a la sombra.

En Cuba tampoco habrá sucesor, mucho menos interventor. La nación cubana debe reedificarse con el concurso solidario de todos y cada uno de los cubanos, que tienen como supremo objetivo la patria liberada; y junto a los cubanos, todos los pueblos amigos y solidarios que no fueron cómplices del terror o indiferentes al dolor de la victimada nación. La reconstrucción nacional es un acto de servicio, que debe sustentarse en la dignidad de las acciones a la patria que convoca; en consecuencia, es contraria a intereses particulares o de grupos, que en su medianía, planean comerse el pan, cuando de lo se trata es de cultivar el trigo.

La economía cubana, como fiel reflejo del agravado sistema que la esquilmó, encontró en los pozos petroleros de Venezuela, los emolientes o más bien los emolumentos que necesitaba para descongestionar las esclerosadas vías de suministro financiero, a las siempre voraces arcas de Castro . El Castrismo no se cae, porque no puede caerse lo que repta; no produce, pero liba o chupa, como hidra o como rémora, el nutriente de otros que lo sostienen.

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El apuntalamiento de Chávez, una vez éste en el poder, acaparó y acapara todo el potencial logístico y propagandístico del que Castro puede disponer. Sostener a Chávez significa prolongar el Castrismo y prolongar el Castrismo es consolidar a Chávez. Petróleo y dinero por médicos y maestros constituye la formula que equilibra los intereses políticos tanto de Castro como de Chávez; en la deducción de las utilidades ambos ganan, pues a ninguno les cuesta o corresponde lo que ofrecen a cambio del sostenimiento mutuo que se prodigan. Venezuela cuenta con la mayor reserva de petróleo del mundo y Castro con una producción de médicos a bajo costo, dispuestos por penuria y necesidades a ser utilizados como obedientes corderos, con tal de obtener los equipos, enseres y recursos financieros que en Cuba, en toda su vida de trabajo, jamás obtendrían.

La utilización de los servicios médicos cubanos con el doble propósito de obtener dinero y mantener la presencia cubana en los países penetrados, resultó anunciada por el propio Castro en la clausura de la Asamblea del Partido en Ciudad de La Habana, efectuada el 2 de octubre del año 1977. Allí el gobernante expresó: “Ahora, crece la demanda de médicos cubanos. Pero no ya médicos solamente gratuitos; de médicos pagados. Un país recientemente se interesó por 300 médicos cubanos y dispuestos a pagar 2 mil dólares por médico al mes. ¡Si! No quiere decir que les paguemos eso a ellos. Los médicos pertenecen a la sociedad.” Omitió intencionadamente aclarar que la sociedad, en el caso de Cuba, es propiedad y asunto exclusivo de Castro y designados partidarios.

Más adelante señala Castro en revisión del ventajoso negocio: “Ahora, naturalmente, vamos a ampliar los ingresos en las escuelas de medicina. Este año ingresaron 3 000. Estamos estudiando como se establece prácticamente una facultad de Medicina por provincia… Y llegará el día en que no tengamos siete mil no ocho mil, tengamos veinte mil o treinta mil, o más estudiando Medicina. ” A partir de aquel entonces comenzó la construcción acelerada de facultades de medicina en cada provincia; y lo que había constituido una selectiva y prestigiosa profesión se convirtió en Cuba, por dictamen partidista, en un oficio de emergentes practicantes, para alumnos de índices reducidos.

El imperioso reforzamiento de Chávez implicó cada vez con mayor premura, atender los sectores más pobres de Venezuela, que por mayoritarios en votos electorales y susceptibles por influencia política acaparan toda la atención del programa de colaboración o trueque que funciona entre los dos mandatarios. La medicina que salva y la salvante, poco a poco fueron cubriendo la geografía venezolana; junto al morral sanitario, la palabra que bendice a Chávez y alaba a Castro. Más de 20 mil colaborantes de la salud andan cerros y malezas, mientras en Cuba yace caído un ministro, que no entendió que no importaba que la población isleña quedara a merced de imberbes estudiantes, cuando el castrismo se jugaba en esa charada, la última baraja sacada de la manga.

A la invasión con el personal de la salud, le continuaron los instructores de cultura física, maestros y otros… Todos en su conjunto, abarcando y dominado de manera determinante la mayor cantidad de personas, casos y situaciones de la sociedad venezolana; ningún resquicio queda de Venezuela sin la influencia ideológica cubana, que sostiene a Chávez. Garantizado el escenario, los actores cumplen a pies puntillas, el libreto que se aliña en La Habana. A las misiones de barrio adentro, que nadie duda de su importancia, pero si de lo con ellas se pretende, sigue el ALBA, como la estrategia destinada a expandir a otras naciones latinoamericanas, el modelo estatista, selectivo y domesticador que Castro implantó en Cuba y que poco a poco carcome a Venezuela.

Como Castro usufructuó a Martí y lo responsabilizó de ser el ideólogo del asalto al Cuartel Moncada, cuando Batista acercó la soga a su cuello; Chávez lo es hoy a Bolívar. Con éstos dos insignes patriotas por atribuidos tutores, Castro y Chávez promueven las acciones destinadas a consolidar los proyectos caporales que los unen; quien ose contradecir o

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enfrentar lo que de ellos dimana, es traidor a los ideales de los próceres que sólo ellos representan, y de cruel castigo merecedor. El juego político que inculca ésta absurda alegoría, focaliza de modo particular a las naciones latinoamericanas, las que resultan contrapuestas en dos conjurados bandos; las que apoyan a Castro y Chávez por intermedio del ALBA y son dignas herederas del legado bolivariano; las que son cautelosas, ponen reparos o resisten el señuelo, son calificadas de cómplices del Imperio. Sin embargo, ninguno de los dos se asoma al digno precedente presidencial establecido por la Constitución de los EE.UU. o del más cercano Mandela, que tiene más gloria y honor, porque en la cúspide de la ganada reputación, se retiró para dar continuidad a la democracia y al honor.

En el caso de Cuba, y no ajenas las demás naciones latinoamericanas, la Alternativa Bolivariana para las América (ALBA), está destinada a convertirse en otro oscuro baldón para la nación cubana, como antes ocurrió con la subordinación económica y política jurada en constitución cubana a la ex URSS, si no se corrige la relegada y doblegada condición a que se somete la independencia de Cuba, con tratados que dañan a las personas y al desarrollo productivo de la nación.

El régimen Castrista debe definitivamente entender y aceptar que la mayor riqueza de cualquier nación está representada en el hombre que la constituye; ese que piensa, crea y produce lo que satisface y enriquece su vida. Es por tanto un crimen, acrecentar el ocio, la pereza y la indiferencia por el trabajo a expensas de regalías y dádivas políticas; es por tanto un crimen, aniquilar la capacidad creadora de los hombres cuando sobradamente se conoce que en éste acto se mutila el desarrollo social, la identidad de los hombres y se hace más indigente a la nación que lo establece.

No se concibe una nación de hombres libres e independientes y con respeto por su dignidad y que subordine su producción y desarrollo a otra que por pagar, manda. La fatídica categoría de domésticos del Estado a que se ve sometida la población cubana y que se pretende extender a otros países latinoamericanos, constituye una de las principales causas del empobrecimiento espiritual y material que hoy afecta al pueblo cubano, y el mismo peligro que amenaza a las ya afectadas naciones latinoamericanas. El progreso de la humanidad lleva implícito innegablemente, la necesaria concordancia de intereses y medios de todos los países de razonadamente deben unir sus inteligencias, recursos y fuerzas para mantener y hacer del mundo un mejor lugar para vivir hoy y mañana; pero todo basado en un orden de equilibrio y respeto por las personas y los sistemas; orden que se habrá de asegurar con disposiciones y el buen sentido, para que nadie resulte lesionado, agraviado o privado de su más elemental derecho: la libertad.

“Desde sus raíces se ha de constituir la patria con formas viables, y de sí propia nacida, de modo que un gobierno sin realidad ni sanción no lo conduzca a las parcialidades o la tiranía” Así escribió Martí en el Manifiesto de Montecristi, el 25 de Marzo de 1895. A ciento diez años de aquella proclama revolucionaria, la nación cubana sigue atrapada en la precariedad y la tiranía, que culpa torcidamente a al Norte, de tan lastimoso estado. Sin embargo, mientras el régimen de Castro resultó protegido y amamantado por el imperio Ruso, no había plaza o tribuna donde el orgullo de no depender de los despiadados Yanquis, no fuera bandera hinchada y beligerante. Basta remitirse a dos de las tantas declaraciones de Castro formuladas sobre el tema, antes de colapsar la Unión Soviética. Por supuesto, lejos estaba entonces el mundo de conocer que en la madrugada del 19 de agosto del año 1992, un golpe de estado contra Mijail Gorbachov, aceleraría el derrumbe del Estado Soviético y acabaría con las habituales mesadas que aquellos camaradas le proveían a Castro.

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Entrevista concedida por Fidel a la Revista Playboy / Julio de 1985:

Periodista: Especulemos: ¿Qué pasaría si los EE.UU. restablecieran relaciones comerciales con Cuba?

Fidel Castro: Francamente los EE.UU. tienen menos y menos cosas que ofrecernos. Si pudiéramos exportar nuestros productos a los Estados Unidos, tendríamos que comenzar a restablecer nuevas líneas de producción, porque lo que vamos a producir en los próximos cinco años, lo tenemos vendido a otros mercados. Tendríamos que quitárselo a otros países socialistas, para vendérselo a los Estados Unidos, además de que tenemos mejores relaciones con ellos que con Estados Unidos. Hay un dicho popular que dice: “No cambies una vaca por una cabra”.

Entrevista concedida por Fidel a Gianni Miná del libro: Un encuentro con Fidel / La Habana 1987 – Pág.92

Gianni Miná: Comandante, usted en 1964, hace 23 años, dijo: “Seremos capaces de esperar 20 años para reanudar las relaciones diplomáticas y comerciales con los Estados Unidos” También en eso mantuvo su palabra, pero ahora con la crisis abierta de la deuda externa. ¿Sería usted capaz de postergar otros 20 años la reanudación de las relaciones con los Estados Unidos?

Fidel Castro: …Si yo dije entonces que podíamos estar 20 años, digo ahora que estar otros 20 años sin relaciones con los Estados Unidos, porque los Estados Unidos no a obligado a prescindir de ellos. De modo que en ese sentido somos el país más libre del mundo, un país que no tiene ninguna dependencia económica de Estados Unidos. Todos los demás países tienen un mayor o menor grado d dependencia con Estados Unidos, y nosotros ninguna. Yo creo que eso es un privilegio en el mundo de hoy.

Merece agregar, que Cuba pasó del lugar número ciento veintidós en las compras de alimentos a EE.UU. al lugar veinte, según las propias fuentes gubernamentales. A lo que se suma los cuantiosos y silenciados ingresos que el régimen capta por concepto de remesas familiares, paquetería, llamadas telefónicas, aduanas y otros servicios y leoninas deducciones que recibe de aquellos cubanos que por fuerza o mejoramiento decidieron abandonar la claustrofóbica y policíaca “Isla de la Libertad”; además, y como valor adicional, se suma el dinero que obtiene el Castrismo por el gravamen impuesto a las monedas que recibe, y esencialmente de quienes son obligados a salir de su tierra a obtener el patrimonio que el sistema le condiciona o impide. Cualquier enemigo así, bien vale la pena perdurarlo. Y con ésta fehaciente verdad, resulta penoso y a la vez vergonzoso observar como personas y líderes, que presuntamente deben estar informados y ser consecuentes con la verdad y la entereza de sus actos resulten timados con tan maquiavélica engañifa. Aquí quedan descartados los que por voluntad o por la mediocridad que los caracteriza se rinden a presiones y chantajes, como quedó apreciado en la Cumbre de Países Iberoamericanos, donde no se oyó una sola condena al estado de crueldad a que es sometido el pueblo cubano; así la historia, a la hora de los recuentos recogerá éstos infamados sucesos, donde se rinde el honor y se dobla la cerviz.

De Bolívar Martí escribió: “¡De Bolívar se puede hablar con una montaña por tribuna o entre relámpagos y rayos, o con un manojo de pueblos libres en el puño, y la tiranía descabezada a los pies…! “

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Que hay que perdonar ciertos errores en los hombres cuando sus obras son luz y espíritu de pueblos; convocatoria y salvación de naciones. Y así está Bolívar, de pie y vigilante, no para que le usurpen ni deshonren aquellos que en su nombre, clavan las espuelas de la tiranía, en la masa adolorida del pueblo americano. Bolívar todavía está presente para libertar a América, de yugos todos, de usurpadores y tiranos, de caudillos y traidores.

Marchan Bolívar y Martí, como dos soles inagotables, para que no existan noches oscuras sobre América; para que no se pierda el rumbo de la libertad y el decoro. Y convergen Bolívar y Martí en la cumbre más elevada del espíritu humano para servir de faro a los pueblos, que son como barcos, que sin guía pueden zozobrar o quedar atrapados en las lisonjas del político o en los propósitos particulares del caudillo. A la idea libertaria de Bolívar se ha de sumar el respeto por las libertades que propugnó Martí, para que la independencia no quede mutilada, o en brazos de caudillos. Entonces súmesele al ALBA, la Alternativa Martina para las América (ALMA), y sirva de fiel a América para que la independencia haga práctica franca las libertades y derechos verdaderos; para que la real independencia jamás se levante ahogada por nuevas tiranías; para que las repúblicas americanas se unan en amistad y con la mayor frecuencia; para que la libertad y la democracia no encuentren fronteras en América; para que la vida fructifique nuestras tierras. Para que Dios por siempre bendiga a América.

Guantánamo- Cuba, 10 del Octubre del 2005

*Evo Morales, resultó electo en las elecciones generales de Bolivia, e investido como Presidente el 22 de Enero del 2006

Alberto Olivares Nuñez

Beneficencia e/ 14 y 15 Norte

Edificio 89 – Apto 3112-D

Reparto Caribe – Guantánamo / CUBA

Alberto Olivares Nunez. Periodista. Defensor del Pueblo Resultó Delegado-fundador en Guantánamo de la Sociedad Periodística “Manuel Márquez Sterling”. Coautor y redactor del “Proyecto de Autonomía Universitaria”, para la República de Cuba; entregado y asentado documentalmente ante las autoridades del Ministerio de Justicia, en el mes de Julio del 2004. Tiene escrito numerosos artículos sobre la situación en Cuba; y otros relacionados con las relaciones con los EE.UU.

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